
México no se arrodilla ante EE. UU. Ya está postrado ante el narco
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Tratando de anular las amenazas de Trump de imponer aranceles a los productos mexicanos a menos de que el gobierno de México demostrara que combate al crimen organizado y coadyuva a impedir la migración ilegal a los Estados Unidos de Norteamérica, Sheinbaum decidió “trasladar” a 29 reos a aquel país a manera de extradición disfrazada, después de haber enviado 10 mil elementos a la frontera norte para combatir el tráfico de personas y de drogas y se repiten operativos para la detención de narcotraficantes y la incautación de drogas en el país, especialmente en Sinaloa.
Estas acciones dejan en claro que sólo la presión norteamericana ha logrado mover un poco la protección que los gobiernos de MORENA les otorgan a sus socios del crimen organizado. No voy a hacer referencia a la enorme lista de evidencias de ello, solamente me referiré a la más reciente y que tiene que ver con los abogados orgullosamente representantes de narcotraficantes a la vez que reciben distinciones del gobierno de Tamaulipas, de la mayoría morenista del congreso y se toman amistosas fotografías con la presidenta de México.
En una actitud verdaderamente inocente Sheinbaum pretendió demostrar un esfuerzo de colaboración entre México y Estados Unidos para combatir el crimen organizado y otros delitos graves enviando a 29 reos en su mayoría detenidos antes de que MORENA llegara al poder, como si Trump no tuviera claro quiénes son los criminales que están operando en libertad en las calles y desde los gobiernos federal, estatales y municipales, que son los responsables de la producción y tráfico de fentanilo a su país.
Extraditar a los 29 reos no tiene precedentes en México, porque se trató de una extradición, aunque el segundo piso de la cuarta transformación se empeñe en negarlo y da lugar a varias reflexiones, más allá del intento fallido de demostrar que no hay colusión gobierno con narco delincuencia.
Los extraditados cometieron crímenes en este país y fueron o estaban siendo juzgados en México, y debieron pagar por sus culpas en nuestro país. Para intentar frenar a Trump los “trasladaron” al país vecino, por lo que nuestro país ahora debe garantizar que los reos extraditados tengan acceso a un juicio justo y que no sean sometidos a tratos crueles o degradantes en el país receptor. México tiene la responsabilidad de asegurarse de que las condiciones de detención y los procesos judiciales en Estados Unidos cumplan con los estándares internacionales de derechos humanos.
Además, se debe considerar si los reos enfrentarán penas desproporcionadas o si existen riesgos de violaciones a sus derechos fundamentales, como la pena de muerte en algunos estados de EE. UU.
Este tipo decisiones de extraditar reos del pasado no fue visto como un gesto de buena voluntad por parte de México hacia Estados Unidos, sino como un engaño; especialmente en un contexto de relaciones bilaterales tensas o complejas, a pesar de los reiterados señalamientos de Sheinbaum sobre la soberanía nacional y la no subordinación, porque está claro que el gobierno está cediendo demasiado ante las demandas de Estados Unidos sin considerar suficientemente los derechos de los ciudadanos mexicanos y sin responder adecuadamente a las exigencias de Trump.
Y, a pesar de los inocentes y engañosos esfuerzos de Sheinbaum, los aranceles entraron en vigor ayer. El discurso soberano y la falta de contundencia en el combate a la delincuencia incrustada en el estado mexicano no lograron contener el castigo arancelario y mientras Canadá ya dio respuesta, Claudia esperará al domingo para pretender en una demostración cardenista en el Zócalo, demostrar la fuerza de los mexicanos ante el embate norteamericano y defender nuestra soberanía.
Me parece que Sheinbaum interpreta la soberanía como los ataques a nuestra soberana presidenta, como seguramente se considera, después de que su mentor reinaugurara el Reino de México al trasladar su residencia al Palacio Nacional.
Mientras la delincuencia organizada siga coludida con el gobierno mexicano y miembros y cómplices del crimen organizado ostenten cargos políticos, pocos elementos tendremos para detener al populista de derechas, al iracundo Trump. Al tiempo.
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