El triunfo de MORENA en 2018 no fue un fenómeno aislado, sino la culminación de un profundo descontento social. Tras décadas de gobiernos del PRI y del PAN, los mexicanos se hartaron de la corrupción sistémica, la violencia creciente y la desigualdad económica que se agravó en los últimos veinte años. Este malestar encontró su catalizador en Andrés Manuel López Obrador (AMLO), un líder carismático que supo canalizar el resentimiento popular con un discurso antiélite y una conexión emocional con las clases marginadas. Presentándose como el auténtico representante del pueblo, prometió soluciones inmediatas a problemas históricos.
De acuerdo con el desaparecido CONEVAL, La pobreza en 2018 alcanzaba al 43.9 % de los mexicanos; México ocupaba en ese año el lugar 138 entre 180 países en el índice de percepción de corrupción señalaba Transparencia Internacional y el 2017 fue el año más violento en décadas, con 25,339 homicidios dolosos (SESNASP)
Aprovechando la estructura del PRD, López Obrador fundó MORENA y llegó a la presidencia en una elección contundente. Sin embargo, su victoria estuvo marcada por acuerdos políticos opacos (como la controvertida alianza tácita con el gobierno de Peña Nieto) y un rencor acumulado que infló su percepción de un mandato mesiánico. Desde 2018, en lugar de fortalecer las instituciones, inició su desmantelamiento sistemático. Contrapesos clave —construidos históricamente, muchos como respuesta a demandas que él mismo impulsó— fueron debilitados para concentrar poder en el Ejecutivo.
La obsesión por centralizar decisiones y concentrar el poder de AMLO ha tenido consecuencias devastadoras:
Megaproyectos ineficientes: La cancelación del NAIM en medio de acusaciones de corrupción no probadas (con pérdidas por más de 332 mil millones de pesos) y la construcción de obras faraónicas como la Refinería Dos Bocas (cuyo costo será de más de 20 mil millones de dólares casi tres veces mayor que el rpoyectado originalmente) o el Tren Maya con dudoso impacto en el desarrollo nacional.
Desfinanciamiento del Estado: Los programas sociales —convertidos en instrumentos de coerción electoral— agotaron los ahorros nacionales, los fideicomisos para emergencias y los órganos autónomos. Esto ha dejado al país sin capacidad de respuesta ante posibles crisis.
Colapso de servicios públicos: La salud pública se ha precarizado hasta obligar a los ciudadanos a recurrir a consultorios de farmacias, mientras los recortes en infraestructura (como mantenimiento de carreteras) afectan la economía cotidiana.
MORENA opera sin una oposición creíble con el PRI, desacreditado por escándalos de corrupción, el PAN, paralizado por sus luchas internas, el PRD, desaparecido y Movimiento Ciudadano (MC), que oscila entre la complicidad y el conflicto según los intereses de su líder.
Este vacío ha permitido reformas hechas a la medida del oficialismo, eliminando frenos institucionales para sostener su maquinaria clientelar.
La ley mexicana establece que, tras cada elección presidencial, se abre un periodo para crear nuevos partidos políticos. Es el momento histórico para construir una fuerza alternativa con pilares irrenunciables: Integridad, compuesta por ciudadanos con trayectorias intachables, sin sospechas de corrupción. Preparación, un partido liderado por profesionales competentes, con visión de Estado y soluciones técnicas. Compromiso con la República, para restaurar el equilibrio de poderes, devolver su autonomía a los poderes Legislativo y Judicial, y descentralizar el poder. Y con un Proyecto Económico Incluyente, que genere crecimiento sostenible, combata la inseguridad con estrategias reales y efectivas y cierre la brecha de desigualdad.
México no puede permitirse otro ciclo de esperanzas frustradas. La alternativa no es solo reemplazar a MORENA, sino fundar un nuevo pacto político donde la honestidad, la competencia y las instituciones fuertes sean el cimiento. La ventana está abierta: corresponde a la sociedad exigir y construir esa opción antes de que el daño sea irreversible
Nosotros estamos trabajando para construir México Nuevo, Paz y Futuro con la ayuda de miles de hombres y mujeres de bien, con un solo compromiso: el trabajo para lograr que nuestro país sea un lugar seguro, sin pobreza, con oportunidades para el crecimiento, con un sistema de salud eficiente, con educación de calidad y con una clase política que sirva a los ciudadanos desde la ética, la capacidad y el profesionalismo. Territorio
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